Roleros del Abismo

Hobbies Guinea, adiós al rol y las miniaturas

Adios a Hobbies Guinea, rol y miniaturas

La prensa vizcaína acaba de publicar el adiós de Hobbies Guinea, mítico establecimiento situado en Getxo dedicado al rol y a las miniaturas. Carlos, su alma mater, se jubila, tras pasar décadas consagrado al mundo de las maquetas y el rol.

La noticia ha despertado oleadas de nostalgia entre los muchos roleros que en su día quedamos embobados ante su escaparate en Algorta, curioseamos el material de importación y disfrutamos de su atención, profesionalidad y excelente trato. La edad de oro del rol que se vivió en Getxo y en Bizkaia tiene en Carlos uno de sus máximos responsables.

Recupero aquí una entrevista que le hice en 1998 (curiosamente, cuando Carlos tenía la misma edad que yo tengo ahora, 43 años), y un texto que escribí en 2007 sobre Hobbies Guinea, desde mi exilio mexicano.

Hobbies Guinea, adiós al rol y las miniaturas 1
Entrevista en la revista Galea, octubre de 1998

Además, como homenaje, aquí os dejo a Carlos transformado en un PNJ para vuestras partidas de rol, donde siempre hace falta un comerciante de mercancías exóticas. Lo he diseñado para las reglas de Warhammer 4ª edición, pero con alguna modificación podéis adaptarlo fácilmente a D&D o lo que os parezca (sí, Hermentoti, también lo puedes pasar a FATE para un one-shot).

Sirvan estas líneas de reconocimiento a una extensa carrera que a muchos nos ayudó a consolidar el salto al rol y a alegrar nuestras Navidades con manuales traídos de ultramar.

Como recuerdo a esas jornadas de rol donde actuaba como patrocinador y que tanto éxito tenían. De alguna forma, Hobbies Guinea era un nexo entre roleros, un Twitter cuando no había Twitter para compartir la afición.

Allí conocí a José Irañeta, otro icono del rol en Getxo -que se pondría tras los mostradores durante un tiempo-, a Egoitz “Alien Norte”, y, en alguna reunión para organizar jornadas, a Koldo Serra. Surgieron las jornadas del Probadero de Andra Mari -donde gané la figura del Árbol del Ahorcado y el Runequest básico-, las del Batzoki de Algorta, el frontón de Berango…

De alguna forma, Hobbies Guinea era un nexo entre roleros, un Twitter cuando no había Twitter para compartir la afición.

Hasta Hobbies Guinea peregriné con Egoitz Gago, Alfonso Marcos (Hermentoti), Miguel Román, David Egaña… y tantos otros amigos que forman parte de mi vida rolera. Las chapas que le dábamos a Carlos acababan con una montaña de libros de rol sobre el mostrador.

¡Salve Hobbies Guinea, los que van a rolear te saludan… por siempre jamás!

PD: Estáis tod@s invitadísim@s a dejar vuestros recuerdos sobre Hobbies Guinea en los comentarios, y si tenéis fotos del emplazamiento original, ¡genial!

La edad dorada del rol en Getxo (I): Hobbies Guinea

(Publicado originalmente el 28/05/2007 en El Señor de los Chupetes Cabalga de Nuevo)

Recuerdo tener la nariz pegada al cristal porque era domingo al mediodía y la tienda, pintada de verde, estaba cerrada. Al otro lado relucían coloridos los dados de ocho, diez, doce y veinte caras. Rubí gastado, azul turquesa, verde esmeralda… ¡las joyas de la corona! En el escaparate también había un tablero de Heroquest, entonces una novedad. Por la ventana de atrás se veía la capilla dedicada a las figuras de plomo. Mi primera tienda de rol.

Nos la descubrió un chico con el que fuimos a echar una partida, y fue como llegar a Rivendel. Epifanía.

Finales de los 80. Hobbies Guinea estuvo muchos años en una preciosa casa de tejado puntiagudo (creo) construida en los 40 (creo), en la avenida Basagoiti de Algorta, un paseo peatonal que descendía en cuesta para luego volver a subir, desde el que se puede divisar el mar. Nos la descubrió un chico con el que fuimos a echar una partida, y fue como llegar a Rivendel. Epifanía.

A la izquierda estaba la parte de maquetas y dioramas, con barcos de guerra, aviones de combate… Detrás del mostrador de la derecha, bajo cuyo cristal había una inundación de dados, estaba el sinfín de manuales y suplementos de rol.

En las estanterías más cercanas, los publicados en castellano y más arriba, los que estaban en inglés. Entre ambas mitades de la tienda, una pequeña escalera de caracol subía al segundo piso. Al laboratorio secreto, supongo.

El dueño era Carlos, de apariencia seria, cabello escaso, mediana edad, conversación solemne y entretenida, muy aficionado a las maquetas y miniaturas. Un tipo agradable. Solía darte bastante información de todo lo que iba a salir en América, Reino Unido y España, y enseñarte suplementos que dudosamente algún día podría ver uno en castellano.

Traía un montón de material en inglés. Esa fue mi razón para, a los 11, 12 años, ponerme a aprender inglés: descifrar los hechizos contenidos en los montones de grimorios. Ni buscar trabajo ni leches: ¡rol! 

Revista Troll 22

Creo que lo primero que compré fue una revista, Troll, el número 22, que traía una lista exhaustiva de todo los juegos de rol. Antes, el sólo hecho de que pudiera existir una revista de rol ni se me había pasado por la cabeza. 275 pesetas, creo que costaba. Muy delgadita, muy informal, casi un fanzine con tapas de cartón, pero la puerta al rol en los tiempos sin Internet. Luego llegó la Líder, pero de eso hablamos otro día.

No me equivoco si digo que, “por culpa” de Hobbies Guinea, Getxo, un municipio de 84.000 habitantes, cinco barrios y calificado de pudiente, fue una de las zonas con más actividad rolera del País Vasco. 

Quizás porque la tienda se situaba céntrica junto a una plaza donde jugaban los niños y con un vistoso escaparate que picó la curiosidad a más de uno. Y porque Carlos, que era buen vendedor y además apasionado de lo suyo, sabía meterte el gusanillo y descubrirte nuevos mundos.

En cierta ocasión le hice una entrevista para una revista local, como parte de un reportaje sobre rol. Un día de estos la subo, que ahora la tengo a un océano de distancia.

Carlos era buen vendedor y además apasionado de lo suyo, sabía descubrirte nuevos mundos.

Prácticamente todos mis regalos de Navidad venían de ahí. Los compraba yo mismo unos días antes (no me imagino a mi padre pidiendo, no sé, “La Maldición de los Cthonians”) y se los daba a mis padres para que los escondieran, aunque siempre los olisqueaba y acudía al armario a hojearlos discretamente hasta el advenimiento papanoeliano del 24 de diciembre.

Con los años decreció la afición por el rol y la tienda fue mudando más al modelismo, que es a lo que se dedica hoy íntegramente, aunque hace tiempo que no paso por ahí.

Supongo que todo fue por el auge de los juegos de cartas post Magic, la llegada de las consolas, el relevo generacional rolero no fue el esperado. Yo también me fui a viajar, como los aventureros, en busca de experiencia y fortuna, y mis visitas se convirtieron en más que esporádicas.

La tienda se cambió de sitio, subió como unos 200 metros la cuesta, hacia atrás, en el 32 de la misma calle, junto al mirador de Maria Cristina que domina el mar Cantábrico. Y allí sigue, como si fuera la atemporal librería de Karl Konrad Koreander.

Desde aquí, desde México, un saludo.

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